La meva cosina Mª Lluïsa. |
Quan vaig respondre les preguntes a l'Alba Felip de l'equip de redacció de la revista que publica la Cúria Provincial de l'Ordre de Sant Joan de Déu, no imaginava que la meva mare es veuria obligada a remenar la maleta de les fotografies antigues. I això va ser perquè a l'entrevista parlo de com una fotografia va decidir la meva professió.
Una
fotografia tan important la deus guardar, oi? La podríem veure?
I
és per això que ara he decidit fer una publicació de l'entrevista al bloc, i de la fotografia de la
meva cosina gran.
Pilar Duocastella
Enfermera del servicio de
Alergología del Hospital Sant Joan de Déu de Manresa.
Cercana y con una larga
trayectoria en la atención y cura de enfermos, Duocastella divide su biografía
en dos vertientes: la enfermería, cuyas raíces se encuentran en el Hospital
Sant Andreu de Manresa (1979) y la literatura. Hasta ahora ha publicado dos
novelas: “Dona i cadira”, traducida al español como “Silla de Anea”, y “El
jardi dels Hostes”. Ambas novelas se han versionado para teatro. También ha publicado
algunos relatos en los libros colectivos "De tot cor" y "Tot és
possible". Actualmente es subdirectora de la revista sociosanitaria
Agathos.
Llegó a Sant Joan de Déu a finales de los 80,
durante el proceso de fusión con el Hospital de Sant Andreu, donde estaba
trabajando como enfermera en cirugía y medicina interna. ¿Qué recuerda de aquél
hospital?
Tenía forma de
barco, con un gran balcón a babor y un árbol precioso frente la puerta
principal. Me incorporé al mismo tiempo que empezaban las maquinas a taladrar piedra casi debajo mismo de mis
pies para convertir aquel hospital pequeñito en un Hospital General. Recuerdo
que mi nuevo trabajo, en el servicio de Alergia, requería una gran
concentración. Mi atención llegaba a tal magnitud que era capaz de amortiguar
el ruido casi permanente de las excavadoras detrás los cristales de las
consultas externas.
Nuestra casa ya le era familiar,
¿verdad?
Sí, mi familia
estaba muy contenta que trabajara para San Juan de Dios porque dos hermanas de
mi padre, las monjas misioneras María y Mercedes Duocastella, habían cooperado
con la Orden en África y Latinoamérica. Así que llegué a una morada que me
resultaba familiar.
¿Cómo ha visto la evolución del
hospital de Manresa?
El barco de
mis orígenes, a nivel de infraestructura, ya no es como era. Desde mi punto de
vista, el RMS Queen Elisabeth ya zarpó, cortando sus aguas dirección a un
futuro esperanzador. La moderna y minimalista decoración, y los anchos y
sobrios espacios de Althaia, hacen tambalear a los que aún recuerdan la
barandilla del balcón, o incluso el que fue un Hospital General.
¿Cómo crees que se identifican los
valores de San Juan de Dios en un hospital tan grande como el de Manresa?
Los valores corporativos
están ahí, incluidos en el código Ético del hospital. La filosofía de San Juan
de Dios es una filosofía que tiene como pilares la hospitalidad y la
humanización en el proceso de atención de necesidades de los enfermos. Así que
los valores siguen vivos. Otra cosa es si a nivel individual y en el acto de
cuidar se integran, pero esto ya es harina de otro costal. El proverbio dice “no
hagas al prójimo lo que no te gustaría que hiciesen contigo”. Para mi estos
valores no tienen religión, ni edad, ni cultura; es un asunto de piel. Con eso me
refiero a colocar el ser humano a gran titular y de forma independiente de las estructuras. Pero no
podemos olvidar el contexto y caminar de acuerdo a los desarrollos economico-políticos
actuales.
¿Qué es lo que más le gusta de tu
trabajo?
Me gustaría
explicar cómo decidí dedicarme a la enfermería mediante una fotografía, la fotografía
que decidió cual sería mi profesión. Mi prima mayor era enfermera y un día
envió un sobre con una imagen suya en el interior que me pareció hermosísima. Vestía
de blanco nuclear, sentada con las piernas muy juntas y las medias más finas que
jamás había visto. Con la cabeza un poco inclinada y un mechón de su pelo que se
escapaba de la cofia, sostenía en su regazo a un recién nacido que ahora debe
ser tan solo 6 u 8 años más joven que
yo. Observé las manos de mi prima: delicadas y casi de las mismas dimensiones
que el bebé. Mi prima no sonreía, pero tampoco estaba seria. La incubadora
estaba junto a ella y el conjunto era tan fascinante que dormí con esa imagen
durante mucho tiempo. Creo que nadie como yo, a mi edad, tenía tan segura su
profesión.
¿Acertó?
Al principio
nada de mi trabajo se parecía a la fotografía y la frustración golpeó duramente
mis fantasías. Pero el tiempo concilió ensueños y realidad, una realidad que
supera con creces la fotografía de mi niñez. Me gusta que sea un trabajo
vocacional y, aunque esto pueda parecer contradecir mi historia con la
fotografía, estoy seguro que esta imagen solo despertó mi vocación que estaba
ahí, latiendo.
M'agrada la foto. És entranyable. No recordo haver-la vist mai.
ResponEliminaL'he enviat a la seva propietària.
La foto de l'inici del teu bloc també la trobo molt simpàtica.
Una abraçada.
Anna